Por la unidad de acción

Estos días he estado alejado de mi actividad pública. A mi vuelta, leo las últimas entradas de este blog, los comentarios y hablo con Cornelivs para aclararme.

Como sabéis, me adherí al Manifiesto desde que Cornelivs lanzó la idea. Ayudé en lo que pude, difundí el texto, pedí colaboraciones, trabajé en la redacción y mi amigo Pablo me tuvo siempre a su lado. Hoy vengo aquí, tras todo lo que ha pasado, triste pero con la firmeza del que cree que una idea como ésta merece la pena: merecía su éxito desde el inicio y la divulgación a través de Internet fue una de sus primeras pruebas.

Lo que ha sucedido estos días es algo que debe hacernos reflexionar.

El Manifiesto es un ejemplo de cómo se puede alentar una idea a través de la web 2.0. El resultado final es algo colectivo que reúne la emoción y la reivindicación. Pero lo que es producto del trabajo de muchos siempre debe respetar el origen para no perder sus raíces. Todos aquellos que nos hemos sumado a la iniciativa de Cornelivs somos invitados a una hermosa idea, pero ninguno de nosotros tenemos derecho a apartar de ella a su promotor. El hecho de que algo se haya difundido de la manera en la que lo ha hecho el Manifiesto, que su producto final haya sido fruto de la colaboración desinteresada de muchos, no nos hace sus dueños.

Por eso, cuando alguien promueve que el Manifiesto se vea utilizado por intereses ajenos a sus hechos fundacionales, está traicionando su espíritu original. El Manifiesto está libre de todo compromiso con instituciones privadas o públicas y no debe significarse con ninguna de ellas, porque su vinculación a una u otra significaría su final. Tampoco se debe vincular a ningún partido político y a ninguna creencia religiosa, porque pertenece al espíritu de humanidad verdadero, aquel que nos une por encima de todas nuestras diferencias y circunstancias.

El uso del Manifiesto por parte de una organización, cuando no está consensuado de la forma adecuada ni gestionado correctamente, es negativo para su crecimiento. Si cualquier organización quiere apoyarlo, lo que debe hacer es ponerse en contacto con quienes lo promovieron. Cualquier duda manifestada por estos debe ser suficiente para entenderse que su uso no está autorizado. En las entradas anteriores queda claro que el uso que ha motivado la polémica no fue correcto y que, además, se desautorizó. Seguir adelante con él a pesar de todo supuso un intento de apropiación cuanto menos poco elegante, cargado de intereses ajenos al Manifiesto. Lo que ha venido después debe hacer reflexionar sobre que no es ético incorporarse a una idea para torcerla, apropiarse de ella y terminar crispando de tal manera la situación que su autor se vea empujado a marcharse. El que debe abandonar la iniciativa es aquel que, tras sentirse atraído por ella, intenta utilizarla en beneficio propio.

Además, es denunciable el hecho de que lo haga una organización que no quiso apoyar la lectura del Manifiesto en Madrid convocada por los que lo impulsaron desde su inicio, mientras que sí está dispuesta a promoverlo cuando es ella quien la capitaliza. Es poco elegante y alguien podría entender que sólo le mueve un afán publicitario y que para ello no duda de apropiarse de cualquier iniciativa con éxito en los campos en los que actúa.

El Manifiesto no puede seguir adelante sin Cornelivs. Como texto está publicado en Internet. De hecho, en cualquier buscador se tiene constancia de que sigue activo y contando adhesiones en todo el mundo y en los diferentes idiomas a los que fue traducido. Allí ya es de todos.

Pero cuando alguien toma determinadas acciones para capitalizarlo públicamente con la desautorización expresa del promotor, incurre en un grave error.

Tomemos aliento, reflexionemos unos días.

Estoy convencido de que Cornelivs volverá: he hablado con él hace apenas unas horas y seguiré haciéndolo. Pero, a partir de ahora, deberemos distinguir entre el texto del Manifiesto y las acciones que se tomen a partir de él. Estas serán gestionadas a través de este blog, sólo a través de este blog, para entenderse como autorizadas por sus promotores y, para ello, se deberá promover una unidad de acción a cuyo frente deberá estar aquel que nos unió con su idea inicial y con su esfuerzo. Daré noticias aquí en breve.