BLOG DEL MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD

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domingo, 7 de junio de 2009

Colaboraciones. Hoy nos escribe...Pablo Miguel Simón


Contamos hoy con una colaboración de lujo. Pablo Miguel Simón, Director de La Palabra Digital, nos envia esta colaboración, que gustosamente publicamos.

Umbral de riqueza y justicia económica

Cualquier ser humano, si se precia de serlo, siente una punzada en las entrañas cuando se encuentra las pruebas de la miseria que es capaz de albergar el mundo que habitamos. En nuestra sociedad desarrollada la percepción de la diferencia, y la comparación inevitable con la tragedia de los desamparados, genera compasión de forma explícita y un sentimiento de culpa soterrado que está detrás de la motivación a la limosna, a la participación en causas solidarias o, cuando menos, a la concienciación y el deseo casi generalizados de la urgencia por resolver tantos males.

Curiosamente, nos impresionan más las miserias lejanas que las que nos rodean: es más fácil conmocionarse con las imágenes de la televisión retratando la vida de las favelas que ante quienes buscan sustento entre los desperdicios del hipermercado, algo que podemos ver a diario sin necesidad de cámaras. Eso sí, de vez en cuando nos damos un consuelo como catarsis y colaboramos con algún proyecto solidario, lo que sin duda nos hace mejores en nuestra valoración personal y rebaja la intensidad de la culpa que araña en la conciencia.

La limosna es una daga de dos filos: corta menos el que ha de rasgar la red que envuelve los problemas y tiene la eficacia del bisturí el lado que perfila el inmovilismo de las situaciones injustas. Ejercida de modo individual o en pequeños colectivos, la limosna es una gota que se pierde en el mar de las necesidades, muchas veces después de pasar todo tipo de filtros que la evaporan. Una mirada alrededor y la constatación del desequilibrio entre los recursos para la subsistencia sólo sugiere una solución inteligente: el reparto de la riqueza.

Es un insulto a la Humanidad que coexistan incalculables fortunas y mortandades por inanición, ése es el verdadero pecado que afea nuestra conciencia social. Sin embargo, con la fuerza de un egoísmo primario las clases medias pìensan en salvaguardar sus privilegios para no exigir de una vez por todas y con rapidez revolucionaria el reparto de los bienes, garantizando la dignidad de la existencia para cualquier ser humano sin importar dónde haya nacido.

En los países desarrollados, los favorecidos del mundo participamos del espectáculo de la democracia sin que la función encamine su argumento hacia la igualdad, antes bien las reglas del juego constatan que avanzamos en el sentido contrario. Tal vez no esté tan lejos el momento en que la desproporcionalidad de los recursos nos afecte de manera directa, una consecuencia de la actitud contemplativa y poco reflexiva que en nuestra sociedad amparan las técnicas mediáticas. Los avances tecnológicos y la universalidad de la comunicación sólo han servido para globalizar las líneas de pensamiento convenientes para el poder establecido, el poder del dinero, dando como resultado la aniquilación de las ideas contrarias a este sistema.

Constatado el fracaso de las tiranías comunistas, la ausencia de las ideologías ha dejado el camino expedito para que campe con avidez el monstruo de la economía liberal. Paradójicamente, el marxismo ha servido a fin de cuentas para esclavizar todavía más al hombre, una intuición que no libró a Bakunin del emparedamiento de sus tesis por la soberbia de la Internacional, castigo que ha impedido hasta hoy la revisión necesaria que sacuda el polvo y actualice el fondo de aquellas ideas.

La justicia económica ha de ser necesariamente previa a la justicia social, pues ésta no podría entenderse sin aquélla. Se hace cada vez más urgente el establecimiento de un umbral de riqueza que limite la posibilidad de acaparar recursos y hoy la imposibilidad burocrática del siglo XIX ya no es un argumento para impedirlo. Haciendo bien las cuentas, el temor a perder parte de nuestros privilegios como ciudadanos del "primer mundo" se esfuma al considerar que las 25 mayores fortunas del planeta pondrían fin al problema del hambre si fueran repartidas. La imaginación no da para calcular lo que se podría hacer con las diez mil riquezas más importantes, pero seguramente si esta matemática fuera más conocida el futuro de los ricos, los escandalosamente ricos, sería peor.

El umbral de riqueza no habría de impedir la diferencia que estimula el progreso social, sino al contrario: asegurada la cobertura necesaria para la subsistencia digna de todos los seres humanos sin atisbo de precariedad, permitiría el progreso individual hacia mejores condiciones económicas basado en valores como el esfuerzo, la cualificación del trabajo o la genialidad, convirtiendo los estados en máquinas gestoras protegidas de la veleidad política y poniendo fin a la explotación laboral con sus lamentables consecuencias. Alcanzado el umbral de riqueza, los excedentes retornarían al sistema con el fin de generar más desarrollo y mejores condiciones de vida para los ciudadanos.

La dificultad de poner el cascabel es lo que convierte la idea en utopía en cuanto se toma conciencia de su necesidad. Sin embargo, la Historia nos dice que hubo momentos en los que se movió el mundo y que sus protagonistas fueron responsables de lo que hoy gozamos o padecemos. Nuestro papel evolutivo pide a gritos que la escena cambie y que nos convirtamos en protagonistas de un argumento capaz de hacer un mundo mejor, sólo es necesario que el colectivo de las personas con conciencia ponga freno al club de los grandes ricos y modele la gestión de un reparto que debe traer la justicia económica para los seres humanos.


11 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Me ha parecido un estupendo artículo. Muchas veces apelamos a las limosnas como respuesta más inmediata ante una necesidad, pero si los males no se resuelven en su origen, nunca se revertirán los modelos que generan miseria y marginación, por lo tanto, se podrá calmar el hambre de un momento, quizás de uno, quizás de un grupo, quizás de muchos, pero las soluciones son otras, más profundas y radicales.


Saludos solidarios.

Pedro Estudillo dijo...

Cómo bien dices, quién será el guapo que le ponga el cascabel al gato, porque no veo entre la clase política a nadie con la suficiente valentía como para hacerlo.
Ni tampoco veo en la gran masa que representa la clase media voluntad alguna por apoyar grandes cambios, por el temor innato a la pérdida de lo obtenido.
Así que sólo nos queda dejar de mirar hacia afuera y empezar a mirar un poco hacia dentro, hacia uno mismo, porque creo que sólo ahí será donde se geste el cambio necesario.

Un artículo excelente para la reflexión.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Todo un placer recibir a Miguel en esta su casa.

Silvi (reikijai) dijo...

Es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; por el bien de todos; ya que todos somos responsables de todos... ayudar a la sociedad es ayudarse uno mismo. Como nos dice Marchado."Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Se trata, en definitiva, de amar al otro: ‘Entonces el amor deja de ser un acto heroico y pasa a ser parte viva y simple de nuestra realidad. ’Claro esto… se puede comenzar….Pablo Miguel Simón… Gracias. Besitos. Silvi.

‘Son cosas chiquitas, no acaban con la pobreza, no nos sacan del
subdesarrollo, no socializan los medios de producción …
pero desencadenan la alegría de hacer y la traducen en actos.
Al fin y al cabo, actuar sobre la realidad es la única manera
de probar que la realidad es transformable.’Eduardo Galeano

Ericarol dijo...

Excelente Artículo. Me identifico con aquella parte que dice que el mal mientras mas lejos ocurra,mas nos hace sufrir pues pensamos en tierras lejanas al momento de ayudar, pero no ayudamos en nuestra comunidad, nuestra junta de vecinos, etc...

Saludos!!

Ericarol

Patrizia Gea dijo...

**
Si usted fuera rico, que hari'a?

Firmado:
Una del monton, que se queja de esta injusticia, pero tampoco mueve montanas por cambiarla.

Gizela dijo...

Excelente articulo.
También pienso que las limosnas, se pierden.
Y aun cuando son pan para hoy y hambre para mañana, sin embargo en algo ayudan momentáneamente.
Pero creo que es de los gobiernos la responsabilidad, de gestionar las políticas para erradicar la pobreza extrema.
Sí se repartieran de un golpe las fortunas, igualmente sería solución momentánea.
El hombre siempre atesorará, muchas veces,ni siquiera en nombre de la avaricia. Muchas lo son en nombre del miedo al futuro.
Los gobiernos, son los que con políticas acertadas de impuestos y una buena gerencia de estos, son los que tienen la obligación social de erradicar ese cáncer definitivamente. Y la sociedad civil, no dejar por su cuenta a los políticos, y volverse exigente, controladora.
Un brazo

Isabel Barceló Chico dijo...

Lo que plantea Pablo Miguel Simón es a todas luces razonable, quiero decir, razonable desde el punto de vista de lo que solemos llamar una lógica elemental. Si atendemos, en cambio, la lógica del egoísmo, que es la imperante desde no se sabe cuántos siglos, entonces la cosa cambia. Cada cual vigila atentamente su bolsillo, que parece ser la parte del cuerpo - insisto, no es un error: el cuerpo - a la que más atención, preocupaciones y cuidados se le viene otorgando. Es preciso un cambio muy radical para que quienes ejercen el poder político tomen esa decisión de marcar un umbral a la riqueza. Y, desde luego, no hay más que ver la composición del parlamento europeo que acaba de ser elegido para darse cuenta de que, de momento, no se otea ese horizonte. Felicito a Pablo Miguel por la manera tan clara de exponer su idea y quiero sumarme a su esperanza en esta utopía.
Saludos cordiales.

pablo miguel simón dijo...

Quiero agradecer a Cornelivs y al resto de colaboradores de este blog la oportunidad que me han brindado para publicar este artículo. Me siento muy premiado por los exquisitos comentarios que ha suscitado, se puede percibir que no somos pocos quienes ansiamos una manera mucho más razonable de habitar el mundo y por eso estoy seguro de que la especie humana lo conseguirá. Ojalá podamos contemplar nosotros algunos pasos de ese proceso antes de ceder el testigo a quienes nos sucedan: creo que es necesario mantener y multiplicar la llama, con eso podremos sentir que nuestro paso por el mundo ha servido para algo bueno. Abrazos por doquier.

Teresa dijo...

Al final todo reside en éso, la balanza desequilibrada. Nadie quiere perder su estatus en beneficio del que está en el otro platillo.

Antonio Aguilera dijo...

Me ha impactado saber que la fortuna que reunen entre 25 individios podrìa ser suficiente para erradicar la pobreza.

Si ya pensaba yo que el dinero es como la materia, que ni se crea ni se destruye sino que cambia de lugar.

Voto por la "nacionalizaciòn" del dinero como bien pùblico, que como el agua, debe de estar al servicio de la comunidad (HUMANIDAD).

GRACIAS PABLO MIGUEL SIMÓN POR TAN ILUSTRATIVO Y SOLIDARIO ESCRITO.

UN ABRAZO PARA TODOS